Al terminar 2005, a razón de 550 gramos al día generados por cada bahiense, en el relleno sanitario se acumularon 60.000 toneladas de basura. En 2012, a un promedio de 715 gramos, se sumaron 80.000 toneladas. Mientras en los pueblos y ciudades pequeñas relacionadas con el campo se promedia entre 400 y 500 gramos por cada argentino, en los barrios más poblados de Buenos Aires se supera el kilo, sobre todo cerca de los negocios de comida rápida. A propósito, de las 4.000 millones de toneladas de alimentos que por año se producen en el mundo, la mitad no llega a consumirse.
Que el país, como el planeta, está cada vez más asediado por la basura, ya dejó de ser una exageración alarmista de los "fundamentalistas ecológicos", acusados por quienes sólo asumen "el progreso" consumiendo, descartando y enterrando.
Desde 1997 abocada al reciclado de plásticos, la doctora Silvia Barbosa, investigadora independiente del Conicet y miembro de la Planta Piloto de Ingeniería Química, advierte que, en la medida en que no se tome conciencia, los humanos estamos envueltos en un crecimiento exponencial de la basura. Y así lo testimonian esos 165 gramos más al día que en 7 años se registraron entre los bahienses y que, según alerta, en buena medida son producto del mayor consumismo y los excesos.
Como dos claros ejemplos de todo lo que dice, Barbosa muestra la cantidad de plástico, papel y cartón que envasan sólo dos biromes en un blíster, o la impresionante "superestructura" (frasco, estuche, papeles brillantes, tarjeta y moño, más la infaltable bolsa de polietileno o de cartón) para apenas 200 mililitros de perfume.
Todo termina en la basura
--Reducir, reciclar y reutilizar. ¿Queda algo más por intentar?
--Reducir residuos es el primer paso. Reciclar, que no es siempre reprocesar, en el caso de los plásticos se puede entender como recuperar materia prima, conseguir un nuevo material con ciertas propiedades u obtener energía. Esas maneras son las más viables económicamente. Hay otra, que es volver al monómero, que dio lugar al plástico, pero que resulta carísima. De todos modos, insisto, lo principal es reducir.
--¿Qué propone para la separación de los residuos?
--Unos postulan la separación domiciliaria, otros hacerlo en el destino. Cada forma tiene ventajas y desventajas, pero la que se hace en casa es la que más conciencia genera. De la otra, como pasa lejos de casa, pocos se enteran.
--¿Cómo separar?
--Por ahora, para evitar confusiones, lo más adecuado es separar en reciclables, lo más limpios posibles, y no reciclables en bolsas distintas. Hay otra alternativa, como el punto limpio de la Cooperativa, donde se recibe plástico, papel, aluminio y vidrio que se envían a la ecoplanta de Cerri. Siempre prevalece la conciencia individual, porque si se mezcla un poco de comida o de yerba con el papel, se estropea lo que puede reciclarse. Se puede empezar con poco y avanzar. La separación tiene sentido si sirve; si todo termina en el relleno sanitario, no lo tiene. Pero, ¿cuánto tiempo seremos constantes con un tipo separación minuciosa sin un sistema de recolección que la complemente?
--¿El reciclado se vuelve una actitud cotidiana desde lo individual a lo general?
--Cada uno puede contribuir con compromiso al separar, disponer y reusar; y con austeridad para consumir menos y minimizar residuos. Reciclemos en forma de energía o de reproceso, pero basta de enterrar para ocultar o de quemar para contaminar el aire. Y no sólo hablo de políticas o de un plan director que venga de las autoridades, sino de las actitudes de cada uno. A la bolsita que me dieron en el supermercado la uso todas las veces que puedo y, cuando la tiro, antes la limpio. El cambio de la conciencia surge a partir de la educación. Los envases recuperables y reusables son una buena alternativa.
--¿Qué pasa con la basura orgánica?
--Impresiona la cantidad de comida que se tira en los restaurantes. Por eso la elección de porciones más pequeñas ayuda a la reducción. Al disponer los residuos, es posible conseguir desde nutrientes hasta biocombustibles.
--¿Dónde terminan los pañales descartables?
--Como no se pueden recuperar, porque no se limpian, se juntan, con su materia fecal, con el resto de la basura. En países del Primer Mundo se usan para obtener energía por incineración controlada.
La culpa no es del plástico
Tras considerar que hoy no se concibe un mundo sin plástico, Silvia Barbosa recurre a las clásicas imágenes de animales que agonizan aferrados a bolsitas de polietileno, para enfatizar que es mucho más fácil culpar al material que a millones de humanos desaprensivos.
Para la investigadora, el ¡no al plástico! es una posición sin sentido, y reclama su uso correcto ("lo encontramos desde un vestido hasta una prótesis dental", señala), para no terminar esclavos de la basura que generamos cuestionando las consecuencias sin atacar las causas. "Creo en el consenso de las conductas y no en los enfrentamientos".
--¿Cómo disponerlo para que el reciclado del plástico sea posible?
--Los plásticos tienen un valor intrínseco en sí mismos, pero no se pueden reciclar todos juntos. Es necesario que estén muy limpios y bien diferenciados por tipo; pero eso no es sencillo, porque no todos están nomenclados y muy pocos saben distinguir, por ejemplo, polietileno de polipropileno. Es preciso que la clara indicación resulte una exigencia para quienes lo producen. Por lo general están las botellas Pet (polietilentereftalato), el material más adecuado para envasar bebidas gaseosas, pero las de agua a veces son de polietileno. Si se reprocesan, mezclando directamente, surge un material de mala calidad. En definitiva, hay que poder diferenciar para después proyectarse al reciclado.
--¿Qué pasa con los desperdicios electrónicos?
--Hay legislación argentina y bastante conciencia para reciclarlos. Se trata de una corriente acotada, porque no se considera igual a la del residuo sólido urbano, pero que crece rápida y constantemente. A nivel global, los países del Primer Mundo exigen que los productores de computadoras usen, por lo menos, el 30 por ciento de materiales reciclados. El tema es complejo, porque cada parte está hecha por fabricantes y materiales distintos.
El valor agregado
--¡Todo esto salió de la basura! -afirma Silvia Barbosa, mientras muestra una sólida teja gris y un segmento multicolor, similar al de una chapa, destinada a los criaderos de granjas.
--Todo eso es el resultado del papel, plástico y aluminio de los envases tetrabrik reciclados. La investigadora explica que en la papelera de Tornquist se les retira la parte de papel (el 85 por ciento en peso del envase), y de lo que queda, el 80 por ciento es polietileno de baja densidad y el 20 por ciento de aluminio muy bien unido. Con ese conjunto se puede fabricar ese tipo de teja.
--Si el reciclado también ayuda a crear fuentes laborales sustentables y ecológicas, ¿por qué no se lo incentiva con mayor intensidad?
--Porque, salvo políticas puntuales de gobierno, económicamente no es demasiado atractivo. Por eso vale mucho la idea de darle un valor agregado para que, por ejemplo, se llegue a esta teja. Los subsidios estatales resultarían fundamentales para incentivar este tipo de emprendimientos de base ecológica, como se hace en Alemania.
--¿Cómo reaccionan las industrias ante esa idea de consumir menos?
--Las productoras de plásticos, al menos las locales, tienen conciencia social empresarial. De hecho, el proyecto de gestión integral de residuos sólidos urbanos de Bahía Blanca comenzó por una iniciativa de Dow Argentina, hecho que prueba que hay empresarios que ya no se limitan al lado económico. Todos estamos en el mismo planeta.
--¿Dónde nota los cambios más esperanzadores?
--En la educación de los niños, que se vuelven multiplicadores. Ellos son los hombres y mujeres del futuro, pero aún hay bastante por hacer y enseñar, hasta asumir con convicción el valor de no derrochar y tirar, así como el de aprovechar los residuos. En definitiva, vivir con austeridad y compromiso.
Las 3R
Brian Chaz, responsable del área de Medio Ambiente, Alimentación y Salud de la Cooperativa Obrera, indica que el concepto de las 3R se le atribuye al Japón, que en 2002 introdujo las políticas para establecer una sociedad orientada al reciclaje, con campañas entre organizaciones civiles y órganos gubernamentales.
La iniciativa se presentó durante la Cumbre del G8, en junio de 2004. En abril de 2005, en la asamblea que reunió a representantes de Estados Unidos, Alemania, Francia y otros 20 países, se evaluó la forma de poner en marcha acciones internacionales relacionadas con las 3R.
Reducir. Consumir productos con empaques más pequeños o elaborados con materiales biodegradables o reciclables.
Reciclar. Transformar los materiales de desecho para crear nuevos productos. Por ejemplo, convertir botellas Pet en fibras sintéticas para la confección de prendas.
Reutilizar. Usar los materiales que aún pueden servir en lugar de desecharlos. Por ejemplo, utilizar botellas Pet o de vidrio para almacenar agua, aceites o alimentos.
Espíritu y capital
"No lograremos un mundo más justo y equitativo si no otorgamos idéntica importancia a los tres pilares del desarrollo sostenible: el social, el económico y el ambiental. Para reducir la pobreza de forma sostenible, garantizar la seguridad alimentaria y nutricional y proporcionar empleo decente a una población cada vez mayor, debemos utilizar de la forma más inteligente posible nuestro capital natural". (Mensaje del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, durante el Día Mundial del Medio Ambiente 2011).
Puntos limpios
El Programa Puntos Limpios es una acción concreta para lograr la concientización de los consumidores acerca del importante rol que pueden desempeñar en defensa del medio ambiente.
Por sus características, los puntos limpios deben apoyarse en las ecoplantas de clasificación de residuos sólidos urbanos.
El programa de la Cooperativa Obrera cuenta con 11 puntos limpios en la región, desde agosto de 1999, cuando se instaló el primer punto del país en el Hiper Aguado (Sucursal N° 28), el único de su tipo en Bahía Blanca.
Brian Chaz precisa que 2012 fue el año testigo de la proyección internacional de este proyecto, ya que, en cumplimiento de las recomendaciones expresas del Pacto Verde Cooperativo, al cual adhiere la Cooperativa Obrera -como a lo comprometido por todo el movimiento cooperativo americano en la Declaración de Panamá-Medio Ambiente-, el Protocolo de Uso y Aplicación del Proyecto Punto Limpio se puso a disposición de todas las cooperativas de las Américas.
Protagonista
Nacida en Olavarría, e ingeniera química graduada en la Universidad del Centro, Silvia Barbosa está en Bahía Blanca desde 1988. Obtuvo su doctorado en la Planta Piloto de Ingeniería Química de la UNS. Durante 3 años desarrolló una etapa posdoctoral en Terni, Italia, trabajando en materiales plásticos y compuestos.
Integrante del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), es profesora del departamento de Ingeniería Química de la UNS.
Desde 1997 relaciona el reciclado de plásticos con proyectos de investigación orientados a aumentar su valor agregado, siempre con la idea de propiciar emprendimientos económica y ecológicamente sustentables. Para las mezclas, procura un compatibilizante que haga posible la unión de los materiales durante el reprocesamiento.
De la Cooperativa a la Ecoplanta
95.890
kilogramos, entre plástico, papel, cartón, vidrio y aluminio, se remitieron, en 2012, desde el punto limpio de la Cooperativa Obrera (Aguado 524) a la Ecoplanta de General Cerri.
66.005
kilogramos se sumaron en 2011.
45.425
kilogramos en 2010.
15.000
kilogramos en 2008.
1.500
kilogramos se promediaron entre 2006 y 2007.
(*) Datos aportados por la tesorera de la Ecoplanta, Silvana Viana